Una mañana, en el jardín de las flores,
Una niña ciega se acercó para obsequiarme
Una guirnalda, sobre una hoja de loto.
Me la puse alrededor del cuello…
Y las lágrimas asomaron a mis ojos.
Besé a la niña y le dije:
“Eres ciega, tanto como lo son las flores.
Tu misma no sabes cuan bello es tu regalo.”
–Rabindranath Tagore.